Ni feliz por ignorante, ni grosero por desinformado...

Cuando se habla de América Latina, los temas a tratar nunca se separan de problemas coyunturales como corrupción, pobreza y desigualdad que se consideran comunes en estos países. Sin embargo, existen ciertos datos o hechos que te podrían sorprender, como:

“Ecuador es uno de los países más felices del mundo.”

Y no creo que sea mentira. Tal vez sí somos felices, pero depende de la definición que le demos a la palabra “felicidad”. Yo he vivido en Ecuador toda mi vida, hasta hace muy poco que decidí mudarme. Y créanme que sí, mucha gente opta por reír, pero para no llorar.

Me río para no llorar porque no tengo trabajo.

Me río para no llorar porque mi hijo no puede estudiar.

Me río para no llorar porque debo comer tarde para ahorrarme la merienda.

Me río para no llorar porque me asaltaron en el bus.

Me río para no llorar porque me cortaron la luz.

Me río para no llorar porque mi mamá está enferma y no tenemos para las medicinas.

Me río para no llorar porque mi jefe no me ha podido pagar mis tres últimos sueldos.

Me río para no llorar porque el gobierno que debería protegernos, nos está robando, se nos está burlando y nos está matando lentamente.

Ya ni siquiera estoy segura de lo que "felicidad" significa. Ahora me pregunto: ¿se puede ser feliz cuando tus derechos son vulnerados y violados?

Y la respuesta es: ¡SÍ!

Claro que puedes ser feliz mientras violan tus derechos, siempre y cuando tú no lo sepas. Mientras tú no conozcas tus derechos, nunca te enojarás por las injusticias que se cometen. Porque no puedes reclamar lo que mereces si ni siquiera sabes que te pertenece.

Y aunque la violación de derechos humanos casi siempre se la relaciona a países pobres con sistemas ilegítimos e instituciones no confiables, las grandes potencias tampoco han resuelto el problema. Ahora que estoy viviendo en Estados Unidos, el respeto a los derechos humanos sigue sin quedarse fuera de los problemas sociales más importantes. Y es algo que a cualquiera le sorprendería. Cuando se habla de los Estados Unidos de América, nadie espera escuchar problemáticas que son comunes en “países subdesarrollados”.

Y es verdad que el gobierno americano es uno de los gobiernos que han hecho el mayor esfuerzo para que la constitución respete los derechos y libertades de los residentes y ciudadanos. Sin embargo, ¿por qué no están tan felices como aquel ecuatoriano que gana menos de lo que se merece y lo roban todo lo que tiene?

Sencillo. El fácil acceso a la información es tan determinante que no es necesario estar educado para estar informado. Y como ese refrán tan trillado dice: "Información sin educación es desinformación. Entonces cuando tenemos información que no hemos manejado y que no hemos filtrado para poder determinar el grado de veracidad, caemos en la malinterpretación. Porque por ejemplo: "Todos quieren que respeten los subsidios que da el gobierno, y como es su derecho, reclaman". Pero reclaman sin siquiera saber los términos, condiciones o lo que un subsidio significa. Pero el entendimiento de lo que realmente es mío por derecho, no tiene importancia. Solo necesito enojarme, porque lo escuché en las noticias, así que me lo deben dar ahora.

Pero, ¿y el otro?

- Que también pelee por lo suyo.

Et voilá.

Así se construye una sociedad que sobrevalora sus derechos y vulnera los del resto. Una sociedad enojada, mezquina, que reclama sin medir sus palabras. Una sociedad ajena a la empatía y ajena al respeto por los que la rodea.

Así que llegué a la conclusión de que la falta de información te hace daño, y la falta de educación y empatía, también. Porque mientras unos van felices sin saber que les están robando; otros van enojados y reclamando cosas que tal vez sí les pertenece, pero no se dan cuenta que ese derecho también le pertenece a los demás, y debemos respetar.

No seamos felices por ignorantes, ni seamos groseros por desinformados. Que nuestro objetivo sea que los derechos sean para ti, para mí, para todos.